Quizás el mañana imperecedero, tras nuestra eterna búsqueda de una
simple ráfaga de él, llegue a nosotros. Quizás todas esas preguntas,
“¿A dónde vamos?”, “¿De dónde venimos?”, “¿Qué es la vida?”, pasen a ser
ecos del pasado, ecos de gritos de cada uno de los humanos que hoy día
poblamos la tierra en un intento por salvar la vida unos instantes más,
para simplemente ver el fin del mundo. Cuando todo esto acabe, y nuestra
existencia maldita quede olvidada entre el polvo de los astros, cuando
nada entre los millones de lugares que dan forma a nuestro universo
guarde un resquicio, un vestigio, un suspiro de nuestro tiempo, cuando
todo haya acabado, hayamos perdido la vida, y ésta así haya ganado,
quizás estemos en paz. Quizás descansemos en paz, junto con todo. Quizás
el olvido se apodere de nosotros, de nuestras mentes, de nuestros actos
y de nuestras creaciones. Cuando todo pase a ser simplemente hierba
creciendo sobre rascacielos abandonados, y en la atmósfera se respire
ese aire de paz y tranquilidad, ese silencio que antaño pudrían máquinas
y voces estúpidas de monos estúpidos que aprendieron a hablar. Quizás
sea esta la única manera, la única salida, o la única esperanza que
puede ya quedarle al maravilloso mundo que están destrozando nuestras
suelas. No veo, sin duda, final más feliz. ¿Por qué ofrecerle la vida a
quienes la niegan? Quienes matan, quienes destruyen, quienes odian la
vida ajena, y aun así ansían la propia, no para adorarla, no para
disfrutarla, no para vivirla, sino para imponer su voluntad, para
ejercer de jueces en un mundo sin leyes, para prohibir, para dañar, para
doler, para destruir las esperanzas de quienes no queremos sino vivir
en armonía con nuestra tierra, nuestro suelo, nuestros árboles y
nuestros ríos. Yo creo en un mañana que más bien se asemeja al ayer. Un
mañana eterno e imposible que nunca llegará, que nunca volverá, un
mañana que ya ha acabado y que no supimos vivir. Un mañana por el cual
ya no nos queda esperanza para ver otro diferente que no sea la muerte y
sus siniestros dedos cercando nuestra cada vez más corta, triste e
inmerecida vida. Os llora al oído la vida que poco a poco se está
agotando, pero esto es algo que no sabéis escuchar.
-Itziar.
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